Por diversos motivos, unos de salud (Cande y su tobillo), otros de trabajo (Isabel y Medina Azahara) y otros de puro disfrute (Paqui y Granada), la carrera del Zoco quedó huérfana de representación femenina.
El presidente estuvo también a punto de no poder acudir por tener que cuidar de Darío, pero finalmente hizo buen tiempo y lo llevó a la carrera, para que se fuese contagiando del espíritu del corredor popular. Con la inestimable ayuda de Ana Marzo, y de Isa, la mujer de Miguel Ángel Muñoz, que hicieron de canguros durante el recorrido de la prueba.
El presidente estuvo también a punto de no poder acudir por tener que cuidar de Darío, pero finalmente hizo buen tiempo y lo llevó a la carrera, para que se fuese contagiando del espíritu del corredor popular. Con la inestimable ayuda de Ana Marzo, y de Isa, la mujer de Miguel Ángel Muñoz, que hicieron de canguros durante el recorrido de la prueba.
Antes de empezar, como es preceptivo, todos los corredores pusieron sobre la mesa las excusas.
- El presidente que no había corrido desde los Trinitarios (lo cual era rotundamente cierto)
- Juanma que había jugado al fútbol el sábado y que había acabado muerto. Pero muerto, muerto, que no se podía ni mover. Cualquiera diría que Susana tuvo que recogerlo con unas pinzas.
- Muriel que por supuesto no pensaba ni correr, que había pensado ir para animar, porque el gemelo ni se lo sentía.
- Enrique, que últimamente, después de su magnífica tendinitis de caballo en Jaén estaba un poco más comedido, tampoco quiso quedarse atrías y puso cara de pena y de no poder entrenar todo lo que él quisiera.
- Juan Luis, el más veterano, el único señor que no pone excusas y se dedica a correr y observar.
La carrera empezó y rápidamente se ubicaron las posiciones. Se formó una tripleta en cabeza con Muriel, Enrique y Juanma. El presidente quedó por detrás, y cerrando la carrera Juan Luis, que en esta ocasión contó con la compañía de uno de nuestros ex, Miguel Muñoz, al que parecen gustarle las carreras cortitas.
En la parte trasera, la carrera no tuvo mucho que contar, ya que tanto el presidente como Juan Luis mantuvieron sus posiciones hasta el final, pero por delante hubo una dura pugna. La tripleta se mantuvo unida durante buena parte de la carrera. Al rebasar el ecuador de la carrera, Muriel hizo un ingenuo comentario: "Vamos a 4:45". Aquello desató la tormenta. Enrique, que una vez más calibró mal sus fuerzas pensó: "¿A 4:45? eso es un ritmo lento para mí. Voy a apretar un poco que a estos los dejo yo aquí tirados". Y justo un segundo después de que alguien propusiera un pacto de no agresión, ya saben, el típico, "Bueno, entramos juntitos, sin que nadie esprinte, ¿no?". Justo un segundo después, decíamos, Enrique lanzó su ataque. Era el kilómetro 4.
Juanma iba forzado pero decidió apurar sus fuerzas y se pegó a su rueda. Muriel no pudo resistir el demoledor demarraje y se quedó. Se enfilaba la cuesta de la Avenida del Aeropuerto y a mitad ella, Enrique empezó a vislumbrar su error. Cuando coronaron, exhausto por el esfuerzo, arrepentido del cambio de ritmo, miró tímidamente hacia atrás con la remota esperanza de encontrarse solo para encarar el último kilómetro hacia la victoria, pero lo que encontró fue la cara sonriente (y disimulada) de Juanma, que ganaba la batalla psicológica por la que apostó cuando trató de seguir la estela del ataque. Enrique, al verlo, destrozado por el esfuerzo, se derrumbó y entregó sus armas con un escueto: "No puedo más".
Entonces Juanma cogió la cabeza de carrera y empezó a contemporizar tratando de calcular sus opciones reales de victoria. Enrique le seguía a duras penas, y el decremento del ritmo posibilitó que Muriel recuperase el terreno perdido y se incorporase al grupo de nuevo. Así hasta que a falta de medio kilómetro Juanma entendió que era el momento de su triunfo y lanzó un despiadado ataque que dejó clavados a sus dos oponentes. Marcó un ritmo inusitado en él y enfiló la recta de meta con la suficiente ventaja para ganar sin apuros. Pero la carrera todavía nos tenía deparada una sorpresa final. Justo en el paso de cebra que antecedía la línea de meta. A tan sólo 100 metros de la misma, el organizmo de Juanma se colapsó. Dijo basta. Le sobrevinieron dos arcadas que casi le hicieron parar y mientras trataba de sobreponerse sin caer en el ridículo (no olvidemos que se encontraba a 100 metros de la línea de meta) las dos liebres que traía a la zaga le pasaron inmisericordes. Sin reparar siquiera en la agonía del oponente. Ellos disputaron el sprint más emocionante del año en el que al final se impuso Muriel en una llegada a la que sólo le faltó la foto finish.
Impresionante la carrera y la llegada. La competitividad ha vuelto y con ella el campeón, que regresó para imponer su ley. La ley del triunfo.
P.D. En el Zoco se cumplía el primer ciclo de tres carreras que otorgaba un suculento Bonus de 53 puntos que en esta ocasión cogieron Juanma, Enrique, Juan Luis, y el excelentísimo presidente, con lo que el resto de participantes tendrá que apretarse los machos para recuperar los puntos. Si bien es cierto que recién comienza la temporada y tenemos un auténtico mundo por delante.
P.D. En esta clasificación se puede ver la evolución de los tiempos en los tres años que llevamos corriendo esta prueba. El récord de la misma sigue en manos del señor Abogado.
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