En el previo de la carrera, mientras las miles de almas humanas se van juntando cada vez más, reconducidas por la organización hacia el control de salida, la gente trata de pasar el rato de las más variopintas maneras. Algunos optamos por hacer comentarios superfluos sobre el tiempo o el Atleti mientras disimulamos el sonrojo que nos producen tantas personas juntas en pantalón corto, esperando un pistoletazo para salir corriendo. En el fondo creo que todos tenemos presentes las voces de los pueblos de hace treinta años, cuando ver a un tío en pantalón corto corriendo detrás de nada - Juan Luis puede dar buena prueba de eso- sólo provacaba la indignación de las gentes que se reflejaba en frases cómo "vente a coger algodón" o "vete a la aceituna si no estás cansado hombre". En ese contexto, Enrique soltó una frase que habría de ser determinante en el transcurso de la carrera. Nos dijo a todos, con una sospechosa sonrisa en la cara:
- El negro me ha pedido que sea su liebre
A lo que Juanma, con la habilidad que le caracteriza para ahondar en los suterfugios del lenguaje, respondió presto:
- ¿Su liebre o su conejo?
Y claro, aquello provocó la chanza generalizada y la fogosa indignación de Enrique, que trataba de defender que lo que había dicho era lo que había dicho. Al final, a todos nos quedó bastante claro.
Previo a eso, el viaje a Jaén transcurrió con normalidad. Con la ausencia de Rafa por motivos más que justificados, al que desde aquí deseamos una pronta recuperación, de su lesión y también de su madre. También nos faltó la señora presidenta, que ultima su preparación para la vuelta a la competición, y Cande, que empezó el año tal y como lo terminó, siendo un reguero de excusas y que todos esperamos por favor que sepa cortar esa sangría en el tiempo que resta hasta la próxima carrera.
Una vez recogidos los dorsales y ya aparcados en el polideportivo, comenzó el recital de excusas. El año iba a comenzar fuerte. A Paqui, que se presentó en el merca con más mala cara que los pollos del Pryca, le generaban infinitas dudas su rodilla, y le dolía la cabeza y no sé que otras molestias más. Juan Luis con su ya clásica rodillera guardaba silencio, Juanma iba de farol y el presidente se quejaba de las sempiternas molestias del fútbol. Con todo, quien se llevó la palma fue nuestro querido Enrique, que repetía una y otra vez que no sabía si podría terminar por una fuerte molestia en la rodilla. Traía en el macuto cremas para poner una boutique y en un momento, mientras se cambiaba, llegó a afirmar, con gesto adusto, que tenía una tendinitis de caballo. Algo que parece ser muy serio según se traduce de la imagen:
Acabado el apartado de excusas, todo el mundo empezó a centrarse en la carrera, que dio comienzo con una participación récord que rondaba los nueve mil corredores. El club comenzó en bloque pero ya en el primer kilómetro Juan Luis se descolgó para coger su ritmo y no desfondarse, y los cuatro de arriba se mantuvieron juntos hasta que se enfiló la primera gran subida del trazado, en el kilómetro dos. Allí, Enrique incrementó el ritmo y el excelentísimo presidente cogió su rueda, quedándose por detrás Paqui y Juanma, que como siempre, a pesar de ir fresco, antepuso sus labores como caballero del club a la desaforada competitividad. En la primera cuesta, Enrique sufrió un bajón importante y el presidente, que lo vio rápidamente reflejado en su rostro, comenzó la batalla psicológica. Lo miraba, le ponía sonrisas, le preguntaba como iba y le obligaba a responder la fatídica frase:
- No puedo hablar, José Luis.
El presidente, que también iba sufriendo, aunque lo disimulara, trató de aprovechar su zancada en las bajadas para poner tierra de por medio y así hundir del todo a su adversario pero Enrique, después del primer gran ascenso, se rehizo, y una vez llegados a la mitad del recorrido, tomó el mando de la carrera.
Los tres de atrás avanzaban plácidamente disfrutando del nuevo trazado de la carrera mientras por delante daba comienzo una lucha sin cuartel por la victoria. Enrique daba sentido a su frase inicial y se convertía en una auténtica liebre, sorteando rivales por las cada vez más angostas y llenas de corredores calles de Jaén. A algunos los sorteaba, a otros los apartaba, lo que pudo haberle ocasionado algún problema con el novio de alguna chavala que no se sintió del todo reconfortada por aquellos tocamientos de cintura que nuestro corredor iba realizando a su paso para abrirse camino. El presidente, a una exigua distancia, trataba también de seguir su estela con cada vez más dificultades: desgraciadamente no había entrenado obstáculos para esta carrera. Y así, en una encarnizada lucha llegaron a la recta final donde la liebre siguió dando saltitos entre sus rivales y el presidente se vio obligado a desistir de darle caza en aras de no tropezar con alguien y provocar un bochornoso espectáculo. Así que, con toda justicia por su rapidez, fuerza, y también destreza para sortear rivales, Enrique llegó en cabeza y se coronó tercer campeón de la San Antón y se situá así como primer líder de nuestra clasificación anual.
Juanma llegó con un problema en sus zapatillas nuevas, que es que se le iban solas, y Paqui, muy contenta con su carrera y mostrando al viento su indiscutible progresión que esperamos no se vea de nuevo cortada por las lesiones. Juan Luis llegó a su ritmo con la sonrisa contenida del que sabe que este año no va a ganar el más rápido, si no el más regular.
Y Enrique, al que hasta que se nos olvide lo apodaremos con el cariñoso apelativo de la liebre de Jaén, estuvo sacando pecho de su victoria y liderato durante todo el camino de vuelta y durante las pertinentes cervecitas de rigor.
Dejo un interesante documento sobre la evolución de esta carrera, que ya va adquieriendo solera en nuestro club y cuyo récord sigue mantiendo Rafa en la edición del año pasado. En su lugar, también podéis consultar la clasificación general y la de la carrera.
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