4 de julio de 2011

La Nocturna Trotacalles o la victoria de la casualidad


Lo dijo el Cholo Simeone: En la vida hay que creer, siempre hay que creer.

La Nocturna Trotacalles, una de las carreras más bonitas del año, comenzó con un alto índice de participación. Todos menos Cande, que ha sido propuesto como nombre alternativo del club. Club de Atletismo Mercacórdoba o Todos menos Cande. Los prolegómenos fueron bastante anodinos y rutinarios. Enrique, que llevaba 4 meses sin correr, Rafael, en esta ocasión, con la chistorra...Un día de estos vamos a elaborar un monográfico sobre la variedad de excusas gastronómicas del abogado: el harto de chistorra, las migas...Paqui llorando también, que si me duele el tobillo, que si no sé si podré...aunque ella se flanqueó de su guarida de corps particular, Rafa y Juanma. Juan Luis el prudente guardaba silencio y la señora presidenta se hacía vaciar los pechos por el presidentito Darío momentos antes de la carrera. El presidente pensaba que ésta sería una buena oportunidad para ganar de nuevo, pero sabía que sería duro batir a Juanma. Nadie imaginaba cómo iba a desarrollarse la carrera.


La carrera por detrás se definió rápido. Rafa y Juanma, cual guardia pretoriana, trataron de llevar a Paqui hasta la meta, así que acompasaron sus ritmos. La presidenta, motivada por su particular duelo con la otra fémina activa del club, comenzó fuerte para dejar claro desde el principio quien es la más fuerte de las mujeres. Por delante, el presidente y el abogado hacían piña para no perder la estela de un Enrique, que pese a sus excusas, había empezado la carrera con un ritmo demoledor. Después del avituallamiento, el presidente empezo a aflojar y la carrera se rompió definitivamente. Enrique por delante parecía haber retomado el camino del triunfo. Detrás, Muriel, se preocupaba más de no ser alcanzado por el presidente que de luchar por la victoria y el presidente, a la altura del puente de San Rafael, empezó a pensar que, sin opciones de triunfo, tal vez era el momento de conservar fuerzas para llegar a la meta de una manera decente. Entonces, ocurrió lo inesperado.

Cuando el presidente conformaba el pensamiento antes reflejado, vio, al final del puente, como Muriel, que enfilaba el Zoológico, que justo en ese momento adelantaba otra camiseta de Mercacórdoba. Es Enrique, pensó. Y si Muriel lo acaba de adelantar es porque va muerto. Automáticamente el pensamiento de nuestro excelentísimo cambió y se lanzó a la caza de su primera presa. Efectivamente, Enrique estaba pagando su enésimo error en el planteamiento de carrera y llegaba al tramo más duro de la carrera completamente desfondado. Una vez lo hubo superado el presidente, vio que la distancia con Muriel también decrecía y que se acercaba la montaña (la cuesta de Etea). El terreno me es propicio, así que trataré de darle alcance al final de la cuesta y después contemporizaré para luchar por el triunfo, pensó nuestro presidente. Dicho y hecho. Al final de la dura cuesta de Etea, la ventaja de Muriel era Historia y comenzaba así ese ultimo tramo en el que los dos iban midiendo sus fuerzas preparándose para la batalla final.



Al llegar al estadio y pisar el tatami de la pista de atletismo, el presidente lanzó un ataque voraz. Sin opciones para el rival. Muriel sólo pudo observar atónito la descomunal potencia que el presidente desplegó en pos de su segundo triunfo consecutivo. Por detrás, nada terminaría moviéndose. Isabel ganaría su particular duelo, Paqui entraría escotada por su guardia pretoriana y Juan Luis, incombustible, terminaría otra carrera más demostrando una extraordinaria constancia, como icono máximo de nuestro club.