14 de junio de 2011

El Muriano o el infierno nuestro de cada año

Para Dante, el infierno era una suerte de cono con la punta hacia abajo en el que se dibujaban los círculos en los que se sometía a castigo a los condenados según los pecados cometidos en vida. Para nosotros, el Muriano se ha convertido en nuestro particular infierno, con forma de cono hacia arriba y cuyos círculos de castigo se nos hacen cada vez más duros, cual latigazos del propio Lucifer, como forma única de expiar nuestra laxitud en el entreno. No se puede subir al Muriano sin entrenar y pretender encontrar el paraíso, ni tan siquiera se puede pretender vagar en el purgatorio, aunque siempre, como en tantas otras cosas en la vida, tratemos de engañarnos. Por más que todos sonriamos a la cámara desde la temprana mañana en la Calahorra, subir al Muriano sin haber entrenado lo suficiente no es si no un doloroso descenso a los infiernos.



Infierno nº 1 (El presidente). El primer reto que el presidente se había marcado para el año 2011 era bajar de las dos horas en la subida al Muriano. Las continuas lesiones de su compañero de entrenamientos (Antonio) y su escasa voluntad para salir a correr solo hicieron que la fecha de esta durísima carrera se acercara y la casa sin barrer. Con eso, al empezar la carrera, el presidente había asumido que no conseguiría su primer reto personal, y empezó a plantearse la carrera con el único objetivo de poder terminarla. Comenzó regulando mucho las fuerzas y sorprendentemente, fue encontrándose cada vez mejor. Del trío que partió en cabeza de carrera se descolgó el abogado en la cuesta negra y Juanma, después del primer avituallamiento (gracias a nuestra solidaria compañera Paqui), empezó a notar el esfuerzo. El presidente trató de esperarlo para no afrontar lo más duro de la carrera en solitario pero, como Juanma no llegaba, decidió seguir a su moderado ritmo. La subida la hizo inusualmente bien, tanto que, en el km 15 empezó a pensar que tal vez podría estar en tiempo de batir su objetivo de las dos horas. Se propuso hacer el cálculo de mirar el tiempo en el km. 16 y si iba por debajo de 1:35, forzaría para lograrlo porque se encontraba entero de fuerzas. A falta de 5 kms miró el reloj y vio que iba a 1:38. Desistió de la idea de bajar de las dos horas y decidió "disfrutar" del final de la carrera. A partir del kilómetro 17, sobrevino el infierno. Los dolores se cebaron con su rodilla izquierda de manera implacable, convirtiendo estos kilómetros en un auténtico martirio. En el 19, tuvo que pararse a estirar, algo inédito en su carrera como atleta. Tardó más de 15 minutos en completar esee kilómetro para por fin llegar al último y entrar en la meta con unas tremendas ganas de llorar. El dolor no le dejó disfrutar la victoria en esta importante carrera. Algo que quedará siempre en su palmarés.



Infierno nº2 (El nuevo líder). Podríamos estar todos de acuerdo en que el infierno más llevadero fue el de Juanma. Había dado de lado las dos anteriores ediciones a esta carrera pero en esta ocasión, se comprometió por dos vías. Superar su objetivo anual y sobre todo, alcanzar el liderato de la clasificación general, una vez confirmada la baja de Enrique. Con estos objetivos en mente, Juanma hizo una carrera conservadora, regulando mucho, guardando todas sus fuerzas sabedor de la dureza de la prueba. Incluso caminó en diferentes trayectos de la carrera, consciente de que su batalla no era el tiempo, si no simplemente concluir. Así, entró en la meta sonriente, tal vez el más sonriente de todos, y podríamos decir que tras un infierno menor, Juanma se convierte en el nuevo LÍDER de la clasificación general, posición en la que Enrique se había mantenido inmutable durante esta primera mitad del año. Queda la segunda parte. Veremos hasta cuándo Juanma puede sujetar este liderato que es un premio a la constancia, a la regularidad, ya que es nuestro primer líder provisional que alcanza tal privilegio sin haber ganado ni una sola carrera.





Infierno nº3 (El príncipe destronado). Muriel sabía adonde iba. Sabía, aunque en lo más íntimo de él una voz se lo negara, que no podría repetir victoria. Durante las semanas previas se había quejado amargamente de una tendinitis de pata de ganso. Algo que a todos recordó aquella famosa de caballo que acució la rodilla de Enrique en la San Antón. Eso le impidió ultimar la preparación y sabía que iba a correr como sabía que iba a sufrir y que le sería muy difícil ganar. En el fondo de su ser, una voz le decía que por qué no iba a poder repetir victoria, y esa voz se mantuvo durante los cinco primeros kilómetros de carrera. En la cuesta negra, se disiparon sus dudas y su estrategia transmutó en terminar como pudiera. A mitad de carrera enganchó el trenecito de Juanma y así fueron, igualándose en las subidas, desigualándose en las bajadas, hasta que su crónica molestia en el gemelo empezó a torturarlo. Fue entonces cuando el abogado sacó los alfileres (dios mío, ¿qué más lleva este hombre en la riñonera?), y empezó a pincharse en los gemelos, para dejar no sólo el sudor y las lágrimas sobre la carrertera, si no también la sangre. Los aguadores no daban crédito a las puñaladas que el príncipe detronado se metía en el gemelo para hacerlo sangrar en una especie de suerte de varas del atletismo. Sangró y eso le hizo terminar. Llegó en tercer lugar y de esta forma concluyó su infierno.



Infierno nº4 (El hombre X). Antonio es un miembro de este club aunque no lo diga la oficialidad y a él se le haya metido entre ceja y ceja esto de no pertenecer a ningún club que admitiera como miembro a alguien como él. Un día, el despejará esa enajenación mental transitoria y nosotros estaremos esperándolo como quien espera al que nunca se ha ido. El caso es que su carrera tiene un particular mérito, porque ha arrastrado diversas lesiones durante la fase de preparación (que él sí se toma muy en serio) y que le han impedido prepararse adecuadamente. Para colmo, en el último entrenamiento colectivo, dos semanas ha, se lesionó la rodilla y estuvo "cojo" hasta prácticamente el día de la carrera. Con una especie de infiltración psicológica, y animado porque no podía interrumpir su décimo Muriano consecutivo, Antonio se plantó en la carrera con una gran certeza como acompañante: se enfrentaría a su peor infierno. Dos horas y treinta y tres minutos es un perfecto resumen del sufrimiento que fue su prueba, pero trataremos de no quedarnos con eso, si no con que puede presumir garboso de haber completado las 10 ediciones que se han celebrado hasta la fecha de esta emblemática competición. No sé si mucha gente podrá decir esto. Es algo que trataremos de averiguar en el futuro para rendirle un merecido homenaje. De momento, que reciba desde aquí toda nuestra admiración al que hoy más que nunca calificaremos como nuestro hombre X.